El placer en el mansaje tántrico

Sí, el masaje tántrico es placentero, pero no lo es porque estimulemos los genitales, ni porque los excitemos. Es placentero porque todo el cuerpo y el ser que lo anima, es abrigado, mimado, y recorrido milímetro a milímetro recibiendo presencia y amor en cada uno de sus rincones, incluidos los genitales.

A través de las caricias largas y sensuales, la energía vital-sexual es llamada como cuando despertamos a un hijo de su sueño. En tantra, llamamos energía sexual a la energía vital, entendiendo que es la misma, la que pulsa por todo el sistema habitándolo de vida. Suavemente, con cariño, con sutileza, le susurramos a la energía, diciéndole que puede emerger, que tiene permiso para estar viva y disfrutarse a sí misma, que ahora en este espacio seguro puede desplegarse como un niño se despereza antes de salir a jugar.

Si la energía pudiera hablar, diría seguramente que sí, que lo que quiere es sentirse libre para vibrar jovial y en dicha. Y si además si le preguntaramos qué siente cuando ésto sucede, nos diría probablemente que placer.

El placer es la sensación de gusto, deleite, satisfacción y bienestar.
Es vida y también es salud.

 

Se suele asociar tantra con sexualidad, y cuando aparece la palabra sexualidad tendemos de nuevo a asociarla con obtener placer de la manera convencional que todos conocemos: a base de la fricción de los genitales para generar excitación y orgasmos.

Tantra te amplía tu entendimiento sobre el placer relacionado con la sexualidad, cómo experimentarlo y aumentarlo hasta llegar a niveles que nunca has conocido. Sin embargo el camino para llegar a ello no es excitando, sino al contrario, relajando.

En un masaje tántrico no vamos a forzar ni a manipular la energía para que produzca excitación genital, eso que todos conocemos, es decir, no se van a estimular los genitales para producir ese tipo de placer que se enerva y termina en descarga.

La actitud es exactamente la contraria.

Se trata de relajar profundamente el sistema para que la energía vital se despierte, se desperece y tenga la libertad de moverse por el cuerpo como quiera, cuanto quiera, al ritmo que quiera, con el fuego que quiera.

 

En este despertar está acompañado de la consciencia. En todo momento presente, atestiguando los movimientos de la energía.Puede ser sutil o puede ser apasionado; puede emerger en el lóbulo de una oreja al ser acariciado, o en el cuero cabellulo al ser masajeado, o en las manos al ser conectadas con las manos del facilitador, o en el pase lento y dulce sobre los muslos, o en el quieto contacto sobre los genitales.

 

El placer es inherente a la energía vital.
Sentir vitalidad es placentero en sí mismo.

 

Y la vitalidad no se encuentra solo en la excitación, en el movimiento y la intensidad. La vitalidad y el placer están también palpitando alborozados en una suave caricia que recorre la espalda cargada de dulzura y presencia. Todos sabemos lo que es estremecerse con una caricia. Un momento así puede contener más placer, y hasta dicha y gozo, si nos abrimos a la escucha y a sentir con plenitud el instante presente.

La persona que recibe, reaprende sobre cómo es sentir placer en todo su cuerpo, en su globalidad incluyendo los genitales, sin expectativas. También aprende a reapropiarse de su propio placer, dándose cuenta de que su capacidad de sentir gusto y deleite, no depende ni de sus fantasías eróticas y sexuales, ni de la apariencia de la persona que le da el masaje, ni de su pareja o amante, ni de cualquier otro factor externo que no sea su sensación limpia en el cuerpo. Por tanto dejará de proyectar su satisfacción o no satisfacción pasivamente en el otro, y aprenderá a expresar y pedir lo que le haga sentir bien tanto con su pareja o amante, como en su vida. Éste suele ser un gran descubrimiento que empodera a la persona haciéndola responsable de sí misma, lo que provoca que deje de depender de lo externo. Activar el placer en la piel, sostenerlo y llevarlo al corazón, significa tambien reeducar a cada una de nuestras células a vivir más en el gozo y la relajación, algo que ha sido reprimido desde la infancia registrando más bien lo contrario: la tensión, el sufrimiento y el miedo, como modo de encarar la vida.

Propiciando la actitud inocente, sin ideas preconcebidas el hombre o la mujer que recibe, estará verdaderamente libre como para experimentar las delicias del masaje tántrico.

A esta libertad se accede atravesando la puerta grande, la de entregarse con rendición al momento presente, aquí y ahora, sin deseos o miedos, cada segundo y en cada milímetro de la piel sintiendo.

Cuando la persona que recibe se abandona a su propia energía, entonces ella puede bailar con libertad, quizás recorra el cuerpo en una danza armoniosa o quizás sube y baja como en un tobogán, o quizás se enciende con fuego ardiente e inunda y embriaga. La dejamos que sea ella misma, sin enjuiciarla, sin querer nada de ella, libre. Solo la consciencia y el amor acompañándola.

El facilitador acompaña la energía con la misma reverencia, la escucha con respeto, la redirige cuando se estanca o concentra, le da espacio si necesita expresarse mediante un llanto, una risa, un movimiento…

Invita a la energía a llegar al corazón para conmoverlo, y a que se impregne tanto de amor, que se pueda derramar en gozo expandido por todo el cuerpo y por todo el ser.

Ahora bien, no todos los cuerpos están capacitados para experimentar el mismo grado de placer.

El receptor podrá sentir más o menos placer, en un primer masaje, dependiendo de cuánta fluidez su sistema es capaz de sostener. Por este motivo, un proceso de varios masajes, dan la posibilidad de que el cuerpo se vaya sensibilizando y sensualizando, que se vaya desacorazando y de que vaya aprendiendo nuevos códigos, abriéndose a un placer de registro mucho más amplio, en la relajación y en el fuego, y que aprenda también a que cuando el placer inunda los genitales, si es que sucede, pueda ser observado y disfrutado ampliamente sin desear algo más.

Solo cuando se ha desarrollado presencia y consciencia sobre la energía, podemos seguir abriendo y explorando caminos en el placer, que probablemente conduzcan a estados más sublimes, más allá de lo ordinario y en comunión con el Todo.

Artículo escrito por Manjula y publicado en Bosque de Luz.